Argentina no puede ignorar a su principal productora de alegría, su selección de fútbol. En la incertidumbre del equilibrio económico y social anunciada por el presidente electo, Javier Milei, que asumirá una inflación anual igual al 150% que deja al Gobierno peronista destacado, el país presentó otro dilema a 48 horas de las elecciones: ¿ Lionel Scaloni ¿Se dejará ser el entrenador de la Albiceleste, vigente campeona del mundo?
No es una cuestión menor de la jornada en el país: con el fútbol nadie sabe cómo, pero en Argentina respira, es su ministerio de la felicidad, y Scaloni -junto a Lionel Messi- su principal embajador. Desde la experiencia anterior, el técnico asumió 2018 y construyó el mejor ciclo de la historia de la selección con tres títulos: la Copa América Brasil 2021, la Finalísima antes de la Eurocopa (Italia, 2022) y, obviamente, el Mundial de Qatar 2022 en 66 partidos. , Argentina ganó 48, ganó 12 y perdió 6, una continua arquitectura triunfal que llegó a buen puerto, la primera tras un triunfo épico en el rodeo anterior en el gran clásico sudamericano.
El clásico de partidos Brasil-Argentina en el estadio Maracaná parecía tener mayor protagonismo en la gira de Messi en medio de una gran eliminatoria rumbo al Mundial 2026: 18 partidos para resolver seis copas y más de 10 participantes. Y, sin embargo, si bien el capitán argentino jugó lesionado y se vio obligado a poco de realizar la sustitución a los 30 minutos del segundo tiempo, terminó con una noche con triple atención, primero en la grada, luego en el campo de juego y finalmente -y básicamente-. en la rueda de prensa.
Otro ejercicio gratuito de violencia por parte de la policía carioca sobre forasteros del Maracaná, en este caso argentino, que publicó el inicio del partido a los 30 minutos –Messi obligó a sus jugadores a vestirse a modo de protesta–, dio un resultado que en otro caso Fue suficiente para rotular en fibra roja: el 1-0 de Argentina, con gol de Nicolás Otamendi de cabeza, significó la primera derrota de Brasil en el Maracaná en la historia de las Eliminatorias.
El gol se marcó en Buenos Aires y el resto de ciudades del país como se celebran los goles en el Mundial, con extremos marcando en decenas de metros, pero los conflictos entre la alegría y Argentina parecieron durar poco. Mientras los jugadores se reunían para festejar frente a sus compatriotas en el Maracaná –no todos, porque algunos hinchas habían sido derivados del hospital tras el desafortunado gol–, Scaloni ocultó lo que nadie más tenía que hacer hasta ahora: quedarse con los protagonismo de la noche, sacárselo al triunfo.
Como nadie preguntaba, y escuchando a un entrenador contándome todas sus palabras, Scaloni decidió decir en la final de conferencia: “Ahora tengo algo importante que me gustaría decir, y es parar el balón, empezar”. pensar en ello. En este tiempo estos jugadores me han dado un mes y necesito pensar en lo que estoy haciendo. No es un adiós ni nada más, pero tengo que pensarlo porque el lanzamiento es muy alto y es complicado de seguir y es complicado de seguir, y estos chicos lo ponen difícil. Se lo dirá más tarde al presidente de los jugadores. Esta selección requiere un entrenador que tenga toda la energía posible”. Entonces Scaloni se levantó de la mesa y huyó.
La curiosidad fue que el técnico no habló del tema ni con los jugadores ni con los directivos, ni en el traje ni en el hotel, porque dejó claro que optó por hacer publicidad en público. ¿A quién?, es la pregunta. ¿Se trató de un mensaje cifrado al presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Claudio Tapia, con quien el técnico no siempre está de acuerdo? ¿O a los jugadores para que no pierdan la necesidad de los coches?
Se perdió otra frase de Scaloni en la noche de Brasil. “Fue una semana difícil”, dijo, y la primera interpretación natural fueron los pitos deportivos por la derrota 0-2 sufrida por los partidos disputados ante Uruguay, en la Bombonera porteña. Sin embargo, a través de la sorprendente confesión del técnico de Anoche, una de las discusiones giró hacia una inquietante cuestión sobre la campaña política que también había estado ligada al fútbol.
En las horas previas a las elecciones presidenciales, la AFA jugó fuerte contra Milei -impulsor de las sociedades anónimas del fútbol, un modelo prohibido en Argentina-, favoreciendo al candidato oficial, Sergio Massa, que tiene una buena relación con Tapia. Según había dicho hace dos días el analista político Carlos Pagni, “Massa está negociando a través de Tapia, el presidente de la AFA, que tiene algún guiño de Messi para su candidatura”. Mientras los clubes comenzaron a apoyar el sistema de asociaciones civiles sin fines de lucro, en sintonía con la AFA, Messi y el resto de los jugadores no se pronunciaron políticamente -el único fue Lisandro Martínez, que Dios diga que es un “me gusta” a una declaración de jugadores que se oponen a las SA–.
El tema quedó al aire y, en la rueda de prensa previa al partido ante Uruguay, Scaloni fue consultado sobre la SA. “En eso no me meto”, respondió rápidamente. Además del intercambio periódico, ¿qué hubo intentado con Tapia, como intentó con Messi -siguiendo a Pagni-, sumarse al técnico en la campaña política a favor de Massa? De haber existido, ¿fue motivo suficiente para originar en Scaloni un vino de tal grandeza? En cualquier caso, está claro que la relación entre el presidente y el técnico está marcada por la tirantez da hace rato, no sólo por las últimas horas.
A pocas semanas del Mundial, Scaloni llegó a Tapia porque, en plena gira por Estados Unidos, una fiesta con música a todo volumen le impidió dormir hasta la selección. La renovación del contrato, tras el resultado del Mundial, duró mucho más de lo que esperaba el presidente.
Pero además de ese distanciamiento con las autoridades, el técnico se refirió a una cuestión de “energía” deportiva, de “una vara muy alta”. Cuando Marcelo Bielsa se retiró de la selección en 2004, simplemente mencionó esta palabra: “me quedé sin energía”. ¿Scaloni le ha dicho que está atado al techo de su ciclo y que no podrá encontrar al mejor de los jugadores?
Con la selección sin actividad hasta marzo, cuando un amigo jugará frente a Francia o Países Bajos con la esperanza de la Copa América 2024, la relación político-futbolística seguirá esta semana: la convocatoria de la AFA para estos jóvenes a una asamblea para lograr que los clubes se posicionen en contra de las SA, una forma de marcar el terreno según Mauricio Macri, el expresidente de Argentina y Boca que se ha convertido en socio político del candidato electo. Se espera que el resultado sea de 50 a 1 (única votación en la serie Córdoba Talleres).
Más de cerca, en la era argentina, se verá la intención de los jugadores y de los directivos de convencer a Scaloni de desactivar la bomba y el cigarrillo en el cargamento. Argentina vive tiempos difíciles desde entonces y parece que aún más. Pero primero, a veces, tengo que encontrarme con él sin su alegre alcalde de los últimos tiempos.
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