Encantado como siempre, un buen cabezazo de Álvaro Morata dio los tres puntos al Atlético en un partido muy disputado, más que nada. El Granada es tu mejor pelota en el juego real. Tenía un cheque que no les concernía para dar una reseña al equipo madrileño. Para Simeone el triunfo debería llegar con una racha de cuatro derrotas consecutivas fuera de casa. La placa que le quitó la piel al título. Por eso Morata está firmando su mejor momento y porque el dios resultante ha recurrido a su despacho para convertirse en un equipo gremial para defender la renta. El oficio de Dios es salvar el duelo. Sin grandes excesos. Todo muy quirúrgico. Templario en Granada y lo remaba aplicándolo con mayor intensidad en el arranque de la segunda mitad. En primer lugar era un equipo común, con el freno puesto a la esperanza de un desliz de su rival.

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Augusto Batalla, Bruno Méndez, Miquel, Carlos Neva, Ricard Sánchez (Puertas, min. 85), Sergio Ruiz, Gumbau (Óscar Melendo, min. 79), Gonzalo Villar, Bryan Zaragoza, Myrto Uzuni (Douglas Arezo, min. 67) y Lucas Boyé
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Oblak, Mario Hermoso, Witsel, Savic, Pablo Barrios Rivas (Giménez, min. 79), Saúl (Koke, min. 76), Marcos Llorente (De Paul, min. 45), Nahuel Molina, Rodrigo Riquelme (Samuel Lino, min. .45), Morata (Correa, min. 76) y Griezmann
goles 0-1 minuto. 54: Morata.
Árbitro Juan Martínez Munuera
Tarjetas amarillas Saúl (min. 71), Savic (min. 75), Augusto Batalla (min. 94) y Medina (min. 96)
Sin la bronca y la adrenalina de la Copa y con un equipo reafirmado sin cuatro titulares, el Atlético jugó tranquilo y con miedo. Lino, De Paul, Koke y Giménez quedaron reservados para el citado trabajo de los jugadores ante el Sevilla. Los dos últimos corren el riesgo de romperse. Simeone la dejó entrar en la sala de máquinas de Pablo Barrios y lo montó con el hormigón y los pulmones de Saúl y Llorente. El resultado fue que el Atlético se retrasó cinco minutos para ocupar una posición larga.
El Granada chocó con la pelota en época de sexto grado. Pretendí afilarlo desde el ala con Bryan Zaragoza y Uzuni, pero ni uno ni otro tubo para explorar sus aghijonazos en velocidad. La otra alternativa local fueron los balones largos en Lucas Boyé. En los tiempos del Elche, el argentino sólo generaba muchos problemas al Atlético por jugar de peluquero clavando balones o por hacer esto aguanta para el juego de los jugadores. Esta vez no. Terminó con Witsel, quien con su lección de juego de anticipación se involucró como en un cuento de hadas central.
El Atlético no sufrió porque bajó demasiado el ritmo. El Granada también parecía dispuesto a arriesgarse a sacar más cuenta, para doblar en posición de balón ante su rival. Las dos cuadrillas son más dependientes para no desmantelar y dejar el trabajo desequilibrado. Así que entre ambos me encontré con un primer acto contenido. Uno de ellos se bate en duelo en lo que antes era la posición por encima de la creación. En este caso, el Atlético se desesperó un poco más en el último cuarto de hora cuando Molina y Llorente, por la espalda, y Riquelme, por la izquierda, atacaron aún más en profundidad. Lo permitió porque Morata y Griezmann, independientemente del partido, apoyaron con sus movimientos la llamada de su equipo. Pese a todo, el Atlético, al igual que el Granada, marchó a casa sin remar entre los tres postes.
La urgencia de los puntos pesó antes de que Simeone estuviera en Medina. El Cholo dejó en la ducha a Riquelme y Llorente para dar paso a Lino y De Paul. El impacto fue inmediato. El Atlético es otro con el argentino, reconvertido de varios tabiques en el centrocampista que les marca el ritmo. Todo sobre ritmo y dinámica. Lino también trajo su aguja. Y podrás marcar la primera vez que se encuentra la zona. En filas, duro, pero centrado, respondió Batalla. Ya era el Atlético. Más dominante y más plantado en el campo contrario.
Impezó a alimentar ese triángulo que por momentos está a la derecha de Molina, Griezmann y De Paul. Y por eso encontré el camino hacia la meta. Fueron los franceses quienes vieron una rosa que modelaba el corazón del área. Estaba Morata, que giró el culo para clavar una fila precisa en el poste. El VAR, con la esperanza de abrirse camino, decidió que por mediación de Ignasi Miquel jugara el exterior del partido.
La secuencia se repite poco después. Érase una vez Molina quien le dio un buen centro a Saúl. El cabezazo del volante era seguro. Sin embargo, es que el VAR dijo que, aunque sea por una vez, el centrocampista del Atlético estaba adelantado.
No es posible cerrar el partido del conjunto de Simeone, que adopta su versión más gremial para controlar las invitaciones del Granada. El barrio de Medina inició una carga primaria. Fue a recoger centros en el área que no sobrecargaban ni a Oblak ni a sus defensas. Solo en un tumulto, Witsel tuvo que salvar con la cabeza por encima de la línea de gol una raya de Méndez. Simeone entendió que era mejor cerrar el duelo y Dios pasó a Correa a Giménez y Koke. La señal ya era inconfundible. El Atlético libró el duelo en su zona. Sólo antes de la centrífuga lateral se disolvió bien.
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