Montse Tomé, nueva entrenadora de la selección femenina | Fútbol | Deportes

Ataviada con su chándal y con las botas Adidas, en ocasiones con un silbato, casi siempre hiperactiva —pues en los días de asueto solía ir a correr—, Montse Tomé (La Pola de Siero, Asturias; 41 años) se encargaba de explicar en muchas ocasiones los ejercicios a realizar en los campos de entrenamiento de Nueva Zelanda al principio y en Australia después, campeona España a la postre del Mundial. De discurso enérgico, pero con tacto, siempre con coletillas exigentes aunque cariñosas, Montse se hacía querer por el vestuario. “¡Aquí no podemos fallar!, pero sé que lo haréis bien”, resolvía un día que explicaba un juego de pases en espacios reducidos, todavía en Palmerston North. “¡Quiero ver lo máximo de vosotras! Como hacéis cada día…”, señalaba ya en los últimos días en Sídney, en un circuito con postas de fuerza o trabajo anaeróbico. Y todas las jugadoras de la selección española sonreían y se entregaban a la tarea, normalmente recompensadas al final de la jornada con un “da gusto veros entrenar”. Montse era desde hace cinco cursos la segunda de Jorge Vilda, su mano derecha. Una vez despedido el técnico, Tomé será la encargada de dirigir a la selección, primera mujer en ocupar el cargo desde que se oficializara en 1988 el equipo; tercera en ocupar el banquillo. “El nombramiento de Tomé responde a las medidas de regeneración anunciadas por el presidente Pedro Rocha”, resolvió el comunicado oficial de la RFEF.

Montse fue jugadora en su época, defendiendo el escudo del Oviedo, el Levante y el Barcelona, también de la selección española. Por entonces, el fútbol era más una pasión que otra cosa, porque no había recursos ni una gran competición, tampoco otros equipos nacionales que la sub-18 y la absoluta, amén de dos o tres personas en cada cuerpo técnico. Por lo que ella ha vivido y participado del cambio desde el principio, también gracias a Vilda. Resulta que nada más acabar el curso de entrenadores —que lo impartió el mismo exseleccionador—, justo al día siguiente, le llamó para decirle si le interesaba ser su mano derecha. “Cuenta conmigo, esto es increíble”, le respondió, según explicaba al diario As en una entrevista en pleno Mundial. Aunque lo hizo con cierto recelo porque ser la segunda implicaba conocerse bien con el primero, congeniar, encajar. Y lo cierto es que lo hicieron rápido, aunque nunca se unieron más que después de la Eurocopa, cuando 15 jugadoras renunciaron a la selección porque consideraban que faltaba profesionalismo y nivel en las prestaciones de la federación, también en el cuerpo técnico. “Cuando uno se tambaleaba, el otro hacía más fuerza”, señalaba. Hasta que acabó el Mundial, hasta que Vilda se posicionó con Rubiales después de que le diera un beso no consentido a Jenni Hermoso. Fue ella, sin ir más lejos, la que encabezó el comunicado de dimisión de parte del cuerpo técnico. Una separación que se ha llevado al seleccionador por delante y que, de nuevo en su casa, ha aupado a Tomé al cargo.

Aunque no todas las jugadoras aprueban el cambio -ven que es una línea continuista-, las hay conformes con Montse y su trabajo, también con que sea una mujer la que les entrene. No en vano, cuando las 15 se señalaron no convocables para el equipo, algunas de ellas pusieron la condición de echar a Vilda y poner a Natalia Arroyo (entrenadora de la Real Sociedad) como seleccionadora. Rubiales no cedió y aunque de camino sinuoso, el equipo acabó por llevarse el Mundial. Será la primera mujer, en cualquier caso, en ocupar el cargo. El primer inquilino fue Ignacio Quereda (1988-2015), destituido porque, machirulo él, trataba con condescendencia y desdén a las jugadoras —”chavalitas” y “tú lo que necesitas en un macho”, fueron algunas de sus perlas—, exigencia de un vestuario que se negó a jugar más bajo sus órdenes. El segundo fue Vilda (2015-2023), que tampoco se ganó el favor de las futbolistas, controlador de inicio y con entrenamientos que no saciaba el apetito de unas futbolistas que con el tiempo han demostrado por qué, por más que durante el Mundial las jugadoras reconocieran que todo había mejorado mucho, que disfrutaban de tiempo libre, de la familia y de los entrenamientos, también de los análisis a los rivales.

Ahora, el testigo lo coge Tomé, que además con la absoluta llevó a la gloria mundial a las selecciones sub-17 y sub-20. Y con ella se supone que llegará la calma, al menos es el primer paso, toda vez que las futbolistas declararon que no jugarían de nuevo con el escudo de España hasta que no se cambiaran los dirigentes. Y el tiempo apremia porque la UEFA Women’s Nations League está a la vuelta de la esquina, ya que el 22 de septiembre se miden con Suecia a domicilio y el 26 reciben a Suiza en Córdoba.

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By Bixintxo Armendáriz Campos

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