En la noche de Arda Güler, volvió a ser Brahim quien recorrió el camino. El enfermo se aferra a cada oportunidad como una persona desesperada. En el frío de Aranda de Duero, tras casi una hora de resistencia de un equipo del departamento peldaño del fútbol español, Brahim decidió tomar el mando de su regata y remató derribado mientras ponía un pastel en el área. Joselu cobró el primer penalti del curso madridista, tras cuatro faltas, y acabó con la esperanza de la Arandina. La tripulación volará mañana a Riad clasificados para los octavos de final de la Copa del Rey.
1
Adrián Álvarez, Jorge Pesca, Deiby Ochoa, Vitolo, Zazu y Alfredo Sualdea (Raly Cabral, min. 60)
3
Arrizabalaga, Fran García, Álvaro Carrillo, Vinicius Augusto (Álvaro Rodríguez, min. 79), Nacho, Dani Ceballos, Brahim Díaz, Camavinga (Rodrygo, min. 59), Arda Guler (Federico Valverde, min. 59), Nico Paz y Joselu
goles 0-1 minuto. 53: Joselu. 0-2 minutos 55: Brahim Díaz. 0-3 minutos 90: Rodrygo. 1-3 minutos 93: Nacho (pp).
Árbitro Víctor García Verdura
Tarjetas amarillas Jorge Pesca (min. 52) y Raly Cabral (min. 76)
Estas primeras rondas de copa suelen funcionar como escenario de los futbolistas que tienen este punto muy vivo en la retaguardia, o de los jugadores que pasan al frente. Algo de este hubo durante la visita del Madrid a Aranda de Duero, claro. Carrillo, el capitán del Castilla, debutó en el primer equipo como defensa de Nacho en el centro de la defensa, muy atento a la cancha, seguro y limpio en el terreno de juego. Aunque jugó un partido oficial con el brasileño Tobías, estuvo en el lateral derecho. Y comencé a aparecer en el centro de Nico Paz, que ha mantenido a algunos de ustedes así.
Pero en este Madrid, rodeado de lesiones desde el inicio de curso, la Copa de Enero también serviría mucho mejor. Camavinga regresó dos meses después de su lesión de vara, y los dejo con la presencia de antes, magullado en la cancha, vivo en los movimientos, libre de pies.
Aunque se acabó toda la noche en la que todas las miradas se habían preparado para decirle al esquivo Arda Güler, que acabaría de partido con el Madrid, justo un día antes de asistir seis meses a su presentación el próximo 7 de julio en Valdebebas. El turco permaneció 201 días sin jugar, lesión tras lesión, desde el Turquía-Gales del 19 de junio, en el que desfiló.
Acababa de llegar, pero parece que siempre estuve ahí. Flota libremente durante todo el ataque, con agarres permanentes del balón. Apoyaba, ataques directos, sacaba las esquinas. Esta personalidad me llevó a discutirlo una vez en primer lugar. Cuando derribaron a Ceballos en el borde del área, en zona apta para un derechazo, Güler fue perseguido por el balón, y lo agarró. Cuando Ceballos se encendió, el Turco se giró para no poder alcanzarlo, e hizo algunos gestos de súplica. Si subió con su suaya. Preparó el lanzamiento y pegó un zurdazo al poste, cerca de la escuadra. Fue su segunda gran oportunidad. El primero lo había mandado al córner Adrián Álvarez. Todo el picante lo planteó el Turco, que corrió al espacio y que también anduvo buscando el pase a espada. Güler emitió señales de muchos promotores en el momento en que añadió combustible. Vino con muchos seres queridos, su mujer y los madridistas. Ambos quedaron con más mandíbulas.
Su aparición fue la más estimulante de un partido controlado por el Madrid a través del monopolio de la pelota. La Arandina siempre aparece un instante detrás de este movimiento, muy fluido desde el principio. Los mayores delincuentes de la plaza fueron los saqueadores de la banda de pescadores, enviados con una périgation que conseguiría el punto de penalización y provocaría el consternamiento.
La Arandina agarró la vela hasta el final. Nada más Brahim se retiró del palo y provocó penalti con su primer disparo. Lamentablemente, la fe de los lugareños se perdió. En el siguiente partido, el malagueño se volcó a lanzarse en una regata de eslalom, la perdió, le dio premio y la marcó. El tercero lo marcó Rodrygo, mientras el partido avanzaba hacia la final, aún con algún ramalazo arandina. Melocotón avanzó desde la defensa, se abrió por la derecha de Cabral, quien colocó un centro que Nacho mandó a la roja. Su deseo fue la alegría de Aranda, en una noche de ilusión mientras celebraba la visita del último campeón, que regresaba a casa con el cometido cumplido de avanzar de octavo.
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