El bajo rendimiento de Rodrigo de Paul en su primera temporada y media en el Atlético de Madrid llegó a ser un quebradero de cabeza para Diego Pablo Simeone. Un caso inexplicable a ojos del técnico, sorprendido por la imprecisión en los pases que mostraba un futbolista al que el club reclutó del Udinese por 35 millones de euros con la certeza de que mejoraría la relación del equipo con la pelota. Tampoco asomaba la jerarquía que le presuponía el preparador argentino. Ahora, De Paul es la mano derecha de Messi en Argentina y un jugador respetado en el Atlético, que este sábado (21.00, Movistar LaLiga) se mide al Celta en Balaídos.
Ante los inesperados problemas de adaptación de De Paul, Simeone se vio en la necesidad de lidiar y esperar a un futbolista mohíno, de mirada huidiza, al que el núcleo duro del vestuario miraba de reojo por su intento de acaparar liderazgo amparado en su amistad con el uruguayo Luis Suárez. Hubo un momento en el que De Paul parecía ir por un lado y el grupo por otro. Nada que ver con lo que vive ahora el volante argentino, mejor integrado bajo el padrinazgo de Antoine Griezmann y su mejora en las relaciones con el grupo de españoles que lideran Koke, Mario Hermoso y Morata. Su círculo más íntimo son sus compatriotas Correa y Nahuel Molina, pero en el club aseguran que ahora se le aprecia más abierto, más determinante y con más peso en el equipo. “Se ha ganado el respeto de dentro hacia afuera”, afirma una fuente próxima al jugador.
El peor momento tanto para el jugador como para el entrenador, su gran defensor, llegó con su escapada a una entrega de premios musicales en Miami tras un partido con la selección argentina. Había pedido permiso al club para visitar a su padre, pero en las redes sociales se difundieron fotos de su presencia en el evento de Miami. La afición del Atlético no se lo perdonó y el club llegó a colocarle el cartel de transferible en el último mercado invernal.
La intervención de Simeone para rescatarle fue clave. Aunque le reprochó que mintiera, tras observar como era abucheado en el Metropolitano en el acto de felicitación que organizó el club para él, Correa y Nahuel Molina como campeones del mundo, el técnico le protegió. Convencido de que era un jugador recuperable con muchos registros para ayudar al equipo, el Cholo no lo alineó en los partidos de casa hasta que su rendimiento mejoró y el ambiente en su contra pareció calmarse. Para alivio de Simeone, hubo un antes y un después en De Paul tras proclamarse campeón del mundo con Argentina en Qatar. Las estadísticas dicen que ha registrado seis asistencias en sus 11 últimos partidos de Liga, las mismas que en sus 79 encuentros anteriores con el Atlético. En el global de la temporada pasada participó en nueve goles (dos tantos y siete asistencias en 30 partidos), los mismos que en sus dos temporadas previas en España (3 goles, 1 asistencia con el Atlético en la 2021/22 y un gol y cuatro asistencias en la 14-15 con el Valencia).
Este curso, su buen arranque se vio truncado con la lesión en el muslo derecho que se produjo en la ventana de partidos internacionales de septiembre. De Paul se perdió cuatro partidos, incluido el derbi. Simeone, que admitió echarle de menos porque el equipo perdía fuerza y juego en el medio del campo, le dio paso con cautela cuando se recuperó. Le dio media hora con el Cádiz, 45 minutos contra el Feyenoord y 70 en el último partido contra la Real Sociedad antes del parón internacional.
Con Argentina, sin Leo Messi en el once titular, De Paul asumió el liderazgo ante Paraguay (1-0). Reemplazado a los 70 minutos de juego, enfiló el banquillo henchido entre los aplausos de la hinchada argentina. Sin embargo, se encontró con una demanda que comparten Scaloni y Simeone. “Creo que puede dar más y hay que pedirle más. Es mi opinión. Tiene para dar más y se lo vamos a pedir porque lo puede hacer, para nosotros es muy importante. Necesitamos en algunos momentos que pise el área, que llegue. Tuvo una en el palo y como esa tiene que tener dos o tres por partido”, dijo Scaloni. Lo mismo que piensa Simeone.
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