Jennifer Hermoso (Madrid, 33 años) falló un penalti en la final del Mundial. Y no se recreó en su error. Al contrario: siguió al mismo nivel, pisando balones y jugando hasta el descuento. Pero su fortaleza y fragilidad no siempre fue la demostrada en la Copa del Mundo. “En el pasado, con el penalti fallado, se habría venido abajo”, explica Xavi Llorens, su ex entrenador en el FC Barcelona. Jenni es sensible, cariñosa y muy divertida, comentan todos aquellos que la conocen. De fútbol de barrio, y de sonrisa perenne. Y de lágrima fácil, como ha dejado ver en sus intervenciones en la competición internacional. Como futbolista, es diferente y talentosa, y lo ha logrado todo: una Champions League, siete campeonatos de liga y cinco Copas de la Reina. Y ahora, un Mundial.
Pero, sobre todo, Jenni es muy familiar. Entre ligas ganadas en el Rayo Vallecano, el Barcelona y el Atlético de Madrid, la internacional intentó recorrer Europa en su búsqueda por conocer el fútbol a otro nivel, pero nunca logró encajar en Suecia y Francia.
“Me fui a cenar con Jenni antes de irse al PSG. Tenía muchas dudas, pero quería aprovechar esa segunda oportunidad de salir al extranjero. Un mes después me llamó diciendo que quería volver al Barça”, recuerda Llorens. Ni las vistas a la Torre Eiffel, ni compartir equipo con la brasileña Marta Vieira sirvieron para que se quedase en París, o en el Tyresö, al que marchó con 23 años en su primera aventura fuera de España. “Jenni es muy de su gente, y el estar fuera la separaba físicamente de todo”, explica Lluís Cortés, entrenador en su segunda etapa en el Barça. Por eso volvió a casa. Y en España se ha alzado como la máxima anotadora de la historia del FC Barcelona y La Roja, en la que ha demostrado veteranía junto a Alexia e Irene Paredes.
Mucho antes fue una chica de barrio, que aprendió jugando en la calle y que fue animada por su abuelo para jugar en el Atlético. Tenía solo 12 años cuando entró en la cantera rojiblanca y fue descubierta por Ana Belén Fernández —Nervy, exfutbolista del Atlético— de entre 50 niñas. Le sorprendieron sus ganas, su “baile” entre conos y su sonrisa. Nervy fue la primera mujer futbolista a la que idolatró. Jenni la esperaba a la salida del entreno, y un día Ana le entregó una de sus sudaderas. A partir de 2006 compartieron vestuario. Años más tarde, fue la propia Jenni quien le dio una camiseta de la selección a Nervy.
Todo ha sido un largo proceso, una “evolución lenta, pero segura”, explica Llorens. Referente ahora de muchas niñas, Jenni no siempre tuvo la misma fortaleza que tiene hoy. “Necesita que todo a su alrededor, su silla y sus cuatro patas, estén bien colocadas, porque cuando hay un movimiento a nivel familiar o deportivo, le afecta. Pero se deja aconsejar”, explica Llorens. Su madre, Marisol Fuentes, le llamaba cuando su hija pasaba por momentos difíciles. Siempre a su lado, ha salido también a quitarle presión a su hija en estas últimas horas después de que el presidente de la Federación, Luis Rubiales, le diera un beso en la boca que ella nunca le pidió: “Hay que mirar que son campeonas del mundo, lo demás no tiene importancia”, declaró a TVE después de que en vídeo que se ha hecho viral, Jenni, risueña y sorprendida, no supiera qué responder a sus compañeras sobre el por qué de aquel beso.
“Vive las cosas buenas y malas intensamente. Cuando no metía goles o ella creía que jugaba mal, a veces se hundía. Hablábamos con ella para intentar relativizar estas situaciones”, recuerda Cortés. “Con un saludo o una sonrisa, yo ya sabía si estaba de buen humor o no”, asegura Llorens, quien la descubrió en el Atlético y, cuando el Rayo no pasaba por un buen momento, intentó ficharla. Pero ella decidió marcharse a Suecia en 2013. Pronto se enteraron desde el staff de que no todo iba bien, y cuando pudieron, la trajeron de vuelta al Barça, en 2014.
“Llevábamos tiempo detrás de ella. Es diferente. Como jugadora es imprevisible, genial, ve cosas que otras no ven, y nos aportaba muchísimas cosas que en el fútbol español entonces no existían. Todo lo vive intensamente y tiene una pasión increíble”, destaca Xavier. Pero nunca fue líder, ni pretendió serlo. Al contrario, no se sentía cómoda con la etiqueta, a pesar de que en el vestuario era la DJ, siempre entre bromas, chistes y buen ambiente.
Cuando Lluís Cortés apostó por ella en 2019, había regresado al Atlético de Madrid tras un año en el PSG. Él la quería en el equipo. Su papel fue clave para el éxito del Barça aquellas temporadas: “Jenni tenía gol y un nivel técnico altísimo. Aporta mucho a nivel de posición, ya sea de nueve viniendo a recibir, o de interior. Siempre les decía a Mapi y Pereira, las centrales, que si no sabían qué hacer con la pelota, que se la mandasen a Jenni, que ella no la iba a perder”, explica Cortés, que no dudaría en recuperarla.
Durante el Mundial ha mostrado un gran nivel, ahora con un rol muy diferente: sin un fútbol tan vistoso, pero fundamental para el equipo. “Es la mejor mediapunta del mundo”, confirmaba el seleccionador español, Jorge Vilda. “Jenni ha superado las expectativas de todos. Cuando salió del Barça y se fue a México, muchos la dieron por retirada, y ha demostrado que no”, asegura Cortés. Así se reivindicó ella: “Estaba retirada y gané la Copa del Mundo”. Para Llorens, la veteranía la ha llevado a donde está, y considera que “cuando casi todo es talento, es muy difícil perderlo”.
“Cuando falló el penalti de la final me daba miedo que desapareciese el resto del partido. Pero ha madurado y trabajado mucho”, destaca Cortés. Nervy, tras ganar el Mundial, le envió un mensaje. En él, le preguntaba cómo había trabajado su mente. En el Pachuca, al otro lado del charco, parece haber encontrado la estabilidad entre estar lejos de su familia y continuar a un alto nivel. La sonrisa de aquella niña que recuerda Nervy continua siendo la misma. “Brilla con luz propia. Jennifer es magia”.
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