“Estamos en la UVI. Nadie nos hizo pasar un mal rato y ahora queremos un Betis limpio en Primera”. Esta etapa legendaria de Manuel Ruiz de Lopera, que cayó en la madrugada del sábado con 79 años, representa muy bien a uno de los entrenadores más importantes de la historia del Betis y, también, del fútbol español. Producido en 1994, pasó a Primera. Dirigí la nave Verdiblanca de 1992 a 2010. En la obra se encontraba un personaje singular, tan largo como la médula, que hizo fortuna en el franquismo.
Conocido como el Lete en Sevilla a finales de los años 50 y sesenta, se enriqueció vendiendo electrodomésticos a las clases populares. La fórmula innovadora fue, por tanto, la venta a plazos. La obra siempre vivió en el barrio sevillano de El Fontanal y a finales de los años siguientes empezó a formar parte del entorno del Betis a medida que iba creciendo con su negocio en el ámbito inmobiliario. Siempre la presunción de haber ganado su primer millón de pesetas con 20 años y de ser capaz de “ver un billete de mil pesetas detrás de un tabique”. Así era Don Manué, conocido por su afición verdiblanca.
Su trayectoria muestra a un técnico que reinó sin discusión en el Betis y en el fútbol andaluz entre 1994 y 2006. El Betis ganó una Copa en 2005 y disputó la Liga de Campeones por primera vez en la historia. Indispensable en la trayectoria del club andaluz, Lopera dio un paso más. Su personalidad y su forma de hacer las cosas marcaron tendencia en una época clave en el fútbol español. Formó un escenario futbolístico indestructible junto a presidentes como Jesús Gil, del Atlético, José Luis Núñez, del Barcelona, José María Caneda, del Compostela, Ramón Mendoza y Lorenzo Sanz del Real Madrid o Luis Cuervas y José María del Nido en Sevilla.
La obra se inició con el control del Betis en 1992, justo en el momento de la conversión del club en Sociedad Anónima Deportiva. Desde ese año he vivido momentos memorables en la historia del Betis. Por ejemplo, grabé un vídeo surrealista sobre cómo salvó al Betis de la desaparición en 1992, dramatizando la llamada al banco reclamando 800 millones de pesetas. “No dimos alegría a aquella gente que tenía preparado el champán para brindar por la muerte del Betis”, dice Lopera en este vídeo de los medios del siglo XX, el momento en el que pedía a jugadores como Alfonso, Jarni o Finidi que Conformaría un Betis que sería subliga de Copa en 1997 y acabó cuarto.
La obra, una vez finalizada en 1997, fue el premio más caro de la historia del fútbol: se pagaron 5.000 millones de pesetas por Denilson, jugador del Sâo Paulo. Curiosamente, el legado de Denilson y la construcción del nuevo estadio del Betis supusieron un primer declive de su Betis, que llegó segundo en el año 2000. Había instaurado una forma de gobierno del Betis bastante peculiar. Empresas asociadas como Tegasa o Farusa se encargaban de las actividades del club y de los explotadores.
“Tegasa, todo lo que hay en casa”, se utilizaba para decidir el propio trabajo, que en muchas ocasiones se pagaba primero a los jugadores con garras de regalo de El Corte Inglés. “Los lunes sus mujeres serán sometidas a las escaleras para comprar”, les dijo a los futbolistas. En aquellas reuniones, los jugadores solos, para los que no habían tenido antes, preguntaban al técnico. A los futbolistas les tienen que pagar por cada camiseta que regalan y la estancia en el estadio.
Los famosos también hicieron compras en su domicilio de la sevillana calle Jabugo. Allí habló con agentes y futbolistas en reuniones maratónicas. En su casa, donde mantiene un teatro, activa a artistas como Rocío Jurado o el Dúo Dinámico para complacer a su madre. Allí vio los partidos del Betis con Hugo encima. “Si pones el pie firme cuando el Betis marca un gol”, afirmó.
La personalidad de la obra sólo ha cambiado con el paso del tiempo. El Betis regresó triunfalmente al ganar la Copa en 2005 y jugar en la Liga de Campeones. Sigue la historia. Por ejemplo, asistir a una fiesta de jugadores durante la noche de Halloween en casa del futbolista Benjamín. “No olvides ingresar chicas. Cuando entramos algunos estábamos haciendo ejercicio físico sin nada. Algunos jugadores tiraron por el respiradero, entre ellos Joaquín”, decía la obra de este episodio.
Su particular relación con Joaquín marcó también marcó una época importante. Tras ganar la Copa en 2005, el trofeo presidió el altar en su barco. Sólo un año después me convenció para que lo vendiera a Albacete. “Siempre es triste enviarle un amigo a un amigo que ha coincidido contigo en tantos buenos momentos. Es una persona que va a dejar constancia de toda su vida dentro del Betis y no me arrepiento”, afirmó el propio Joaquín en el tanatorio.
La estrella de Lopera falleció en su última etapa entre 2006 y 2010. “Los béticos nunca me olvidarán”, afirmó en una de sus últimas declaraciones. La obra será incinerada al final de estas lunas y sus cenizas serán depositadas en el columbario de la Hermandad del Gran Poder, del que fue consagrada. La Semana Santa era otra de sus pasiones.
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