copa del rey – cuartos – jornada 1
Fue un instante de alegría y destellos, de sólo un grito liberador. Reunido como estaba del oro, Ennis lanzó una sonrisa Profidén para aterrorizar el suelo y reclamar el extraterrestre que de él se inclinaba en el momento en que recibía las abrasiones de sus compañeros. Era la ilusión de la Copa, la idea de que David podría enfrentarse a Goliat porque el torneo por invitación había caído en un rango de 56-53. Era la gazuza de Murcia. Llegó el momento de corear “¡sí se puede!”. Fue, sin embargo, una quimera porque apareció Campazzo y porque este Real Madrid había sido parte de la victoria de forma rutinaria. Ya estás en semifinales.
El conjunto blanco se adelantó con el botón del hiperespacio abierto, decidido a demostrar que el desvío del curso anterior ante el Unicaja fue un desliz, que esta vez no hay quien lo tire y que el trofeo de Copa es más grande (28 grados) que ningún otro (27 en poder del Barça). Deck, Yabusele y Musa pusieron a prueba la electricidad que llevaba Campazzo a los ataques para significar con el juego interno, un alguacil que parecía augurar lo peor para el Murcia. Pero Todorovic, un personaje en ebullición, explicó todo lo contrario. Creció con la batalla en el poste bajo en un momento que se expresaba desde el perímetro para sacar a Tavares de su zona de confort. Lo mismo le permitiría frenar a Musa y darle un toque a Campazzo para sacar un tiro ofensivo o conseguir un triple. Son puntos que animaban a su equipo (13-13), que desatiban los sueños. Pero Deck negó la intendencia donde Todorovic no pudo multiplicar y el Madrid intentó el acto con autoridad (25-17).
Indigerida por el sprint blanco de Radions Kurucs que, con querido de las pulpas y buena muñeca, llevó la revelación al líder murciano, nutrido por la hinchada y acompañado de dos compañeros de Diagne. Jugadores que son aficionados pero que no van al Madrid, sobre todo porque Hezonja, un jugador que vuela con el balón y el balón que dispara, ha hecho honor a su apelativo de Súper Mario y si aguanto la gorra. Y ni siquiera los primeros lanzamientos le entraron, después vino la puntuación —10 puntos en el cuarto—, una máquina de precisión; También hubo un disparo de Murcia, que se marchó muy lejos del inicio (44-34).
El ambiente se calentó en la regeneración cuando Chus Mateo, con una tensión repentina, solicitó un par de revisiones que sus compañeros no validaron. Protestas que se copiaron desde el banquillo murciano cuando Tavares le echó una mano a Todorovic. Ocurrió, sin embargo, que los montenegrinos exigieron calma y paz, que era casi lo mismo. Me gustaría jugar, me gustaría tener más pelo y menos distracciones. Un gesto que aplaudió a Carpena y al deportado, acompañado de la huida de Caupain de la periferia, también del agarre de la llama por parte de Ennis y que sonrió de oreja a oreja cuando llegó el epílogo (63-56).
Pretendía Llull con sus triples —que es el que más copa tiene (65) por Delante de Navarro (63)— a conseguir el marcador. Pero Todorovic golpeó la base del árbol, Ennis sigue con su recital y desde el principio resonó el “¡Sí, tú puedes!”. Pero Campazzo, que coincidió con Deck en las mil maravillas, conocía el personaje y escondió ojos sordos para reclamar el balón y el protagonismo, baloncesto a mil revoluciones, espectacular y sin sorpresas. Cualquier vuelta le bastó para atacar el oro, cargar las faltas del rival, para desmontar finalmente en una Murcia que abó a besar los brazos y reconoció que el Madrid, cuando surge, es muy madridista. Teorema que utilizo en la explicación de Murcia pero que Campazzo acabo de validar.
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